Comentario
Los principios de igualdad y liberalidad que la Revolución pretendió introducir, los aires nuevos que se quería que barrieran con las rigideces y convencionalismos del pasado, tuvieron su reflejo también en el ámbito del lenguaje.Si el nuevo Estado pretende invadir la escena privada e íntima de los individuos para poder contrarrestar así las fuerzas contrarrevolucionarias, ancladas en la tradición, por el contrario del ámbito interior también salieron formas y modos que invadieron lo público. Dotado de un valor que trasciende lo meramente simbólico, el uso del "tu" se hizo extendido, reflejando así la igualdad que se quería presidiera las relaciones entre los individuos. Incluso, siguiendo una vez más el trabajo de Hunt sobre la vida privada durante la Revolución francesa, publicado en el volumen dirigido por Ariès y Duby la "Historia de la vida privada", se llegaron a producir iniciativas políticas para legislar sobre la cuestión, reflejando una vez más el interés del Estado republicano por regular y organizar hasta los aspectos más particulares de la vida cotidiana.Frente a la exquisitez y exceso de corrección formal que presidían el lenguaje de la aristocracia en el Antiguo Régimen, ahora tenidos por reaccionarios, se generaliza también el uso de un lenguaje popular, plagado de vulgarismos, palabras soeces y hasta insultos. Estos modos tuvieron especial éxito en ciertos medios periodísticos, panfletos y discursos políticos. La campaña propagandística desatada contra María Antonieta, esposa de Luis XVI, incluyó epítetos descarnados, vulgaridades, todo tipo de insultos y alusiones sexuales de toda índole, queriendo personalizar en ella todo lo contrario de lo que debería ser un modelo de mujer revolucionaria.La tradición centralizadora de Francia tuvo también su particular efecto durante la Revolución. El nuevo Estado republicano consideró contrarrevolucionario el uso de dialectos locales, por lo que promovió e impuso el uso exclusivo del francés como lengua nacional.